Nada Kiswanson, representante de Al Haq ante la Corte Penal Internacional, está recibiendo amenazas de muerte desde febrero (foto: Henk Brandsma). Por María Landi Si algo ha sido consistente en la trayectoria del Estado de Israel desde su implantación en 1948 en el territorio palestino (e incluso desde los violentos antecedentes que lo precedieron) es la obsesión por construir un relato −y políticas acordes− que, al tiempo que elimina todo vestigio del pasado y la identidad árabe de Palestina, construye mitos y los vende como verdad a Occidente.
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