Entre el 16 y 18 de septiembre de 1982, con el apoyo militar y la complicidad de Israel, las fuerzas de la Falange Libanesa masacraron a la población palestina en los campamentos de Sabra y Chatila. Hoy a 34 años de esta horrenda masacre, los responsables siguen siendo impunes e Israel, Estados Unidos y algunos países europeos, han hecho todo lo posible para proteger a los criminales.
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