POEMAS PARA PALESTINA, ROSA ELENA PÉREZ

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Rosa Elena Pérez Mendoza

Poeta venezolana, licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela y tiene una maestría en Literatura Latinoamericana por la Universidad Simón Bolívar. Es docente en el área de lenguaje y ha colaborado con la redacción de varios artículos para el diario Ciudad CCS.

Dirigió la revista Poder Vivir, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura durante los años 2011 y 2013. Entre sus trabajos publicados podemos encontrar Que hacer es de amar; Caracas, desvíos y extravíos; y Juanita Poulin y otras crónicas, reconocido con la Mención Especial de Crónica en el Premio Nacional del Libro 2007. Conjuro obtuvo también una mención especial dentro de la Bienal Elena Vera en 2010.

 

La ocupación es

ahogar a un pájaro entre las manos

al que no cesan de oprimir

huesecillos cubiertos de plumas

que emiten ondas de quiebre

palmas y dedos que

invariables

comprimen hasta dar salida

a un fluido afligido

con aroma a sal, aceite y tomillo

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Los odios reunidos

hacen que esta ocupación

sea un lento cercenamiento

del alma de un pueblo

asfixiado en pólvora

humo y silencio

 

Cuál es el delito

me pregunto

¿la fe?

¿la tierra milenaria y prometida?

¿el devenir sangriento de la historia?

¿la sola existencia?

 

Miras a través de la ventana con barrotes de tu jaula

en tu nación partida,

Ahed Tamini,

y encuentras en tu frontera

salpicada de gendarmes

delante de una negra humareda

de perennes explosiones

a ese grupo de jóvenes danzando el dabke palestino

conjurando el miedo que roza la piel

alzando a la avecilla que resopla

y respira estrujada

zapateando y dando saltos que abren surcos

en el alma despierta de un pueblo acorralado y vivo

 

Así es la convicción

un vuelo en resistencia

desde el centro del averno

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Mirada minada

hecha herrumbre

garganta

que traga miedo

 

dentro de la casatierra

el fuego abre sus proyectiles

para hacer brotar quejidos

en los olivos

de un patio

con ecos de botas

que bajan

suben

e invaden

la alborada

 

hombres mujeres

niños viejos

se preguntan

en medio de la aurora inquieta

si el cuerpo que yace en el piso

a pocos metros de su hogar

tendrá un reverberar de pestañas

un aleteo oblicuo

un respingo en el abdomen

breve gesto

que deje ver voluntad

no importa si maltrecha

alguna señal

inerme

que los libre

de una nueva desesperación

de un nuevo grito

en el horizonte desvalido de la especie

 

Benditos los dedos que se aferran al naciente espectro solar

Bendita la lenta agitación de párpados