La falta de regulación tecnológica en contextos bélicos puede sentar un precedente difícil de revertir. «Netanyahu utiliza el reconocimiento facial para identificar a las familias palestinas sin su consentimiento», advierten los expertos.
La inteligencia artificial ha llegado para revolucionar los conflictos armados. Los expertos aseguran que los algoritmos y su aplicación militar constituyen un «desafío» para el mantenimiento de las normas humanitarias. La Franja de Gaza se presenta como una especie de «laboratorio» en el que experimentar con este tipo de prácticas. Israel lleva tres años utilizando herramientas de reconocimiento facial para rastrear a las familias palestinas. Netanyahu también ha confiado al sistema informático Lavender la osadía de bombardear miles de viviendas en los territorios ocupados. ¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en un mundo cada vez más tensionado?
Amnistía Internacional ha presentado la semana pasada el informe La situación de los derechos humanos en el mundo 2023, un texto que pone el foco en las más de 30 guerras que se extienden por todo el planeta y los riesgos de la entrada en combate de la inteligencia artificial. La organización critica que decenas de países hayan dejado en manos de herramientas digitales y técnicas biométricas la gobernanza de la migración y los controles fronterizos. Este desarrollo tecnológico sirve como trampolín para la normalización del racismo, la discriminación y la división en las zonas vulnerables, todo ello mientras suenan tambores de genocidio en la Franja de Gaza.
En las últimas semanas, Israel ha ido un paso más allá en la automatización del genocidio. Las Fuerzas Armadas de Tel Aviv han desarrollado un programa que toma como base el criterio de la inteligencia artificial (IA) para seleccionar a las víctimas de sus bombardeos. El sistema, bautizado como Lavender, mató a cerca de 15.000 palestinos entre el 7 de octubre y el 24 de noviembre de 2023, según una investigación de la prensa israelí. «El principal riesgo es que los humanos instrumentalizan la decisión y la dejan en manos de una herramienta a la que se le presupone una inteligencia que es difícil de contradecir. Las personas ni intervienen ni se hacen cargo de los efectos«, advierte Joaquín Peña, profesor en la Universidad de Sevilla y fundador del Instituto de Digitalización Humanista.
Gaza, un laboratorio para el uso de inteligencia artificial con sello militar
Los drones, los microchips y los robots han irrumpido de lleno en los campos de batalla. El genocidio en Gaza es la primera guerra en la que se utilizan abiertamente estas tecnologías y la falta de regulación puede sentar un precedente difícil de revertir. «En un contexto social o comercial, las normas son más férreas y las empresas tienen que seguirlas. En un conflicto armado, la tentación de saltarse los parámetros legales y hacer atrocidades está al orden del día. Su excusa es la autoprotección. La inteligencia artificial se ha convertido en un arma más para hacer la guerra. Tenemos tratados sobre el uso de armas nucleares, ¿por qué no hacemos lo mismo con la inteligencia artificial?», se pregunta el docente. Los expertos también piden juzgar el uso que se hace de estas tecnologías porque sus efectos son «absolutamente tangibles«.
El margen de error existe, pero las tropas israelís prefieren no tenerlo en cuenta. «Israel tiene acceso a los datos personales de la población palestina. El criterio racial se aplica para terminar de discriminarlos en términos de segregación. Es una actuación totalmente desproporcionada en la que no caben los vacíos legales«, señala Hassiba Ziati, criminóloga especializada en análisis de la conducta. La semana pasada, Público pudo comprobar de primera mano cómo la inteligencia artificial figuraba entre las posibles estrategias de Israel para boicotear la misión humanitaria de la Flotilla de la Libertad.
Lavender no es la única tecnología que utilizan las Fuerzas Armadas de Israel para amedrentar a la población de los territorios ocupados. Tel Aviv lleva casi tres años probando suerte con un sistema experimental de reconocimiento facial –conocido como Red Wolf–, pensado para rastrear a las familias palestinas y automatizar las restricciones de circulación. Esta herramienta se basa en una densa red de cámaras de circuito cerrado destinadas a mantener la Franja de Gaza bajo una observación casi constante.
Los móviles de los soldados israelíes tienen un sistema de reconocimiento facial
La organización sostiene que el Gobierno de Netanyahu tiene un banco de imágenes con todos los datos sustraídos de las familias palestinas. El problema se agudizó en el último año con la incorporación del reconocimiento facial a los teléfonos móviles de los soldados. «Los militares israelís pueden hacer uso de este sistema y quedarse con los datos de cualquier persona palestina en cualquier punto del territorio. Estamos ante una violación en toda regla del derecho a la igualdad, la libertad de expresión y la no discriminación«, añade Martos.