«Israel no es el estado de todos sus ciudadanos, sino el estado-nación de los judíos». Los israelíes siempre tuvieron en mente re-dibujar Oriente Medio a su conveniencia; nunca integrarse en las dinámicas ya existentes. Los sionistas intentarán expandir en el menor tiempo posible todo lo que puedan las fronteras de Israel; como si el Derecho Internacional no significase nada, y como si los palestinos no existiesen.
A finales de mayo, oficiales israelíes confirmaban que la Autoridad Palestina de Cisjordania, liderada por Fatah y Mahmud Abbás desde Ramala, estaba poniendo fin a la coordinación en materia de seguridad con Israel. La relación entre ANP y el Estado de Israel ha llegado a su fin después de que el Knesset, el Parlamento israelí, haya puesto fecha para la anexión ilegal y unilateral de los territorios ocupados de Cisjordania y el Valle del Jordán: julio.
Cuando desde el lado palestino había una mano tendida para el entendimiento, cuando hasta Hamás, el grupo más radical y ‘el coco’ al que todos echan la culpa de los males de la región, había aceptado la ‘solución de los dos estados’ con las fronteras de 1967, los sionistas han decidido dinamitar toda posibilidad de coexistencia; y es que la anexión de territorios por parte de Israel podría salpicar a toda la región. Una tierra especialmente importante que representa la mitad de todo el territorio cultivable de Palestina. Aunque Jordania es de los pocos países árabes que tienen acuerdos abiertamente con Israel, el rey Abdullah II sentenció, en una entrevista para Der Spiegel, que si los israelíes se anexan definitivamente los territorios ocupados en julio, provocarán un «conflicto masivo» con la monarquía.
Los sionistas, no en vano apoyados desde el exterior principalmente por protestantes y evangélicos, solo entienden el mundo como algo que les pertenece, siendo incapaces de comprender que hay comunidades con otra concepción de la vida que llevan mucho más tiempo asentadas en la zona. Y aunque se escuden en el ‘antisemitismo’ para justificar su nulo respeto por el derecho internacional, la convivencia y la vida de los no-judíos, no hay nada más antisemita que expulsar a los árabes semitas autóctonos para entregar ese territorio a ‘los suyos’; aunque sean polacos, argentinos, etíopes o de cualquier otra parte del globo.
Israel nunca estuvo por la labor de cumplir con su parte en la solución de los dos estados. Ni siquiera estuvo por la labor de aceptar el derecho al retorno de los cientos de miles de desplazados palestinos cuya diáspora hoy suma ya millones. Un derecho al retorno recogido por la Resolución 194 de la ONU y avalado por la Convención de Ginebra. No se puede hablar de una relación bilateral de igual a igual cuando en los territorios ocupados la población palestina sufre cortes en el suministro de agua mientras los colonos no. No se puede hablar de una relación bilateral de igual a igual cuando los palestinos tienen limitado su movimiento con estrictos controles mientras los colonos no. Los israelíes siempre tuvieron en mente re-dibujar Oriente Medio a su conveniencia; nunca integrarse en las dinámicas ya existentes.
Un estado corrupto
Y aunque los israelíes piensen que su modelo es el único válido –cuando no el mejor–, lo cierto es que su estado lo apuntalan el supremacismo y la corrupción. Tras tres elecciones y casi 500 días sin gobierno, 18 meses, Benjamín Netanyahu volvió a convertirse en el primer ministro. Un Benjamín Netanyahu que no duda en afirmar que «Israel no es el estado de todos sus ciudadanos, sino el estado-nación de los judíos», y que es capaz de cuestionar el mismo sistema judicial del que lleva años beneficiándose ahora que el que está en el punto de mira es él, siendo juzgado por soborno, fraude y abuso de poder.
Egipto y Arabia Saudí han elegido resguardarse bajo el paraguas israelí, Líbano atraviesa una crisis económica sin precedentes, Siria intenta recuperarse de la guerra mientras la economía se debilita, Irak intenta recuperar la estabilidad política, Irán ha tenido que cerrar filas y el mundo está pendiente únicamente del coronavirus. Los sionistas lo saben, y por ello intentarán expandir en el menor tiempo posible todo lo que puedan las fronteras de Israel; como si el Derecho Internacional no significase nada, y como si los palestinos no existiesen. Julio será cuando Israel decida aniquilar definitivamente toda esperanza para la paz, y esta vez no podrán culpar ni a Hamás ni al ‘antisemitismo’.
Fuente: Actualidad.rt.com